La ruta al cielo
No sé qué hacíamos antes de Google Maps. Desde que tengo uso de razón, independientemente de dónde o qué tan lejos conduzca, siempre introduzco mi destino en Google Maps. Me gusta ver mis opciones. Inevitablemente, se me ofrecen múltiples formas de llegar al final de mi viaje. Existe la ruta para «evitar autopistas», la opción de «peajes obligatorios» o, mi favorita de todos los tiempos, la «ruta más rápida». Google Maps me permite estar en el asiento del conductor, literal y figurativamente. Puedo elegir mi forma preferida y llegar a mi destino como mejor me parezca.
La mayoría de las personas dirían que quieren ir al cielo cuando mueran; el cielo es el destino eterno que anhelan. Pero muchas de esas mismas personas creen que la ruta al cielo es como Google Maps: hay múltiples caminos para llegar allí y eres libre de elegir el que prefieras. Sin embargo, en Juan 14:6, Jesús proclamó: «Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí». En otras palabras, no hay opciones en el camino hacia la vida eterna; solo hay un camino y es Jesús.
Jesús hizo esta afirmación clara después de algunos momentos desorientadores. Según Juan 13, la noche antes de ser crucificado, Jesús dijo a Sus discípulos que uno de ellos lo traicionaría, que estaba a punto de dejarlos y que Pedro lo negaría (v. 21, 33, 38). Solo puedo imaginar cuán desorientados, confundidos y desesperados debieron sentirse los discípulos cuando todo por lo que habían arriesgado sus vidas parecía derrumbarse a su alrededor.
No hay opciones en el camino hacia la vida eterna; solo hay un camino y es Jesús
Así que ¡imagina cuán reconfortantes debieron ser las palabras de Jesús en nuestro texto! Jesús ofreció una profunda seguridad para aliviar los mayores temores de los discípulos: su separación sería temporal, su reencuentro sería eterno y Él, Jesús, regresará a buscarlos:
No se turbe su corazón; crean en Dios, crean también en Mí. En la casa de Mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, se lo hubiera dicho; porque voy a preparar un lugar para ustedes. Y si me voy y les preparo un lugar, vendré otra vez y los tomaré adonde Yo voy; para que donde Yo esté, allí estén ustedes también. Y conocen el camino adonde voy». «Señor, si no sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a conocer el camino?», le dijo Tomás. Jesús le dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí» (Jn 14:1-6).
Después de consolar a Sus discípulos con la seguridad de Su regreso (no solo en Su resurrección, sino también en Su segunda venida) y su reunión eterna, Jesús pronunció palabras para aliviar su desorientación: No solo saben a dónde voy, también saben la manera de llegar allá. No estaban perdidos y no iban a ser abandonados, ellos conocían el camino.
Tomás, el discípulo que menos temía admitir dudas o expresar preguntas, hizo la pregunta que probablemente estaba en la mente de cada discípulo: «Señor, si no sabemos adónde vas, ¿cómo vamos a conocer el camino?» (v. 6). En otras palabras, no conocemos el destino, entonces, ¿cómo vamos a saber la ruta?
Jesús no dijo a Sus discípulos que les mostraría un camino o que simplemente allanaría un camino; dijo que Él mismo es el camino
La respuesta de Jesús es asombrosa: «Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí» (v. 6). Su respuesta es clara y exclusiva: nadie llegará al Padre de otra manera. Debido a que Jesús ya les había dicho a Sus discípulos que Él y el Padre son uno (Jn 10:30), Su respuesta a Tomás declara que Él, Jesús, es tanto el destino como la ruta.
El camino
Jesús no dijo que les mostraría un camino o que simplemente allanaría un camino; dijo que Él mismo es el camino. En el Evangelio de Mateo leemos que la misma tarde en que le dijo estas palabras a Tomás, Jesús lloró amargamente y suplicó tres veces a Su Padre: «Si es posible, que pase de Mí esta copa» (Mt 26:39). ¿Qué estaba preguntando Jesús? Le estaba preguntando a Su Padre si había alguna otra manera de salvar, redimir y acercar a la gente al Padre, y si la había, Jesús suplicó que le ahorrara la agonía de la crucifixión. No sé si Jesús escuchó a Su Padre decirle estas palabras en ese momento o no, pero el resultado es claro: No, Jesús, tú eres el camino, el único camino. Entonces Jesús voluntariamente fue a la cruz para abrirnos el camino.
La verdad
Parece como si la mayoría de las personas en nuestro momento cultural actual le dieran un gran valor a creer que la verdad es relativa: «tu verdad» es tu verdad y «mi verdad» es la mía. Es un pensamiento tan atractivo que a menudo ignoramos la lógica defectuosa y la imposibilidad última de que dos «verdades» contradictorias no puedan ser ambas verdaderas. Solo puede haber lo que es verdad y lo que no lo es.
Jesús es vida y el autor de la vida: la Vida misma abrió el camino para que tuviéramos vida a través de Su muerte
Jesús no afirmó ser una verdad ni ser «Su verdad». Él afirmó ser la verdad y es la verdad última, indiscutible, definitiva, eterna y suprema. No es que Jesús simplemente enseñe la verdad o que Sus palabras sean verdaderas (¡lo hace y lo son!), Jesús es la verdad encarnada. La verdad encarnada. La verdad de Su afirmación significa que debemos creerle, confiar en Él y someter cada una de nuestras «verdades» a Su verdad absoluta.
La vida
El apóstol Juan comenzó su evangelio diciendo: «En Él [Jesús] estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres» (1:4, énfasis añadido), y lo terminó diciendo: «Y muchas otras señales hizo también Jesús en presencia de Sus discípulos, que no están escritas en este libro; pero estas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que al creer, tengan vida en Su nombre» (20:30-31, énfasis añadido). Juan resumió su evangelio con estas conocidas palabras: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna» (3:16, énfasis añadido).
Jesús es vida y es el autor de la vida (Hch 3:15). Vino a dar Su vida por nosotros y para nosotros. Sorprendentemente, la Vida misma abrió el camino para que tuviéramos vida a través de Su muerte. Debido a que Jesús entró voluntariamente en una tumba, allanó el camino (el único camino) al otro lado de la tumba para todos los que creen en Él.
¿Dónde esperas que esté tu destino eterno? Si quieres morar con el Señor Dios Todopoderoso por toda la eternidad, disfrutando de Su amor, adorándolo con gozo y verdad, habiendo sido redimido y restaurado, entonces hay un camino, solo un camino, y Su nombre es Jesús. Cree en Él y vive.